miércoles, 30 de octubre de 2013

El tiempo entre costuras

Tendría que retroceder años y años para recordar el seguimiento de una serie televisiva, por mencionar algunas: El virginiano, bonanza, el santo, el granjero último modelo,… acercándome un poco más diría la barraca o cañas y barros. Esto parece ser extraño, pero hace mucho, mucho tiempo que deje de engancharme a una serie, quizás una que me cautivo unos cuantos capítulos fue cuéntame cómo paso, incluso recuerdo comprar un cd de su música.

Dos circunstancias han influido en que no llegue a conectar con  esto de las series televisivas (A pesar de su influyente marketing). Una ha sido las distintas variaciones de horarios para desarrollar mi trabajo, incluso mi inmersión en hacer algo más, la otra ha sido esto de amplitud de canales y su manejo de publicidad, haciendo interminables y alargando hasta horas no acta para madrugadores. Esto que digo, ha tenido una consecuencia, creo, que altamente positiva, que es que me he ido sumergiendo de manera “trontona” en el apasionante mundo de los libros. No devoro horas y horas de lecturas, porque no las dispongo pero, cada día un mínimo hueco tengo, y en las mayoría de los casos me sirve de excusa para estar a la hora adecuada metido en el “sobre” `perdiéndome en el bosque de las palabras.

Procuro leer libros de novela histórica, me inclino por aquellos espartanos, romanos, algo del medievo, que siempre intercalo con libros más de moda (las sombras de Grey), sin dejar de lado aquellos que están relacionado con el correr: Nacidos para correr, patrullando con Filípides, ¿dónde está el límite?, el ejercito iluminado, el corredor nocturno, la pasión de correr, etc.

Este verano y de manera seguida he leído una trilogía, nunca lo he hecho seguido. Publio Cornelio Escipión de Santiago Posterguillo me engancho de lleno (Africanus, las legiones malditas y la traición de Roma), recomiendo su lectura de esta interesante trilogía-posterguillera. El caso es que aprovechando para desconectar me lance a leer El tiempo entre costuras. ¡Claro!, que conociéndome en mis lecturas, donde el sonido de las espadas o las maniobras guerreras de aquellos grandes generales y mejores estrategas de todos los tiempos: Escipión y Aníbal, pasar a leer El tiempo entre costuras de María Dueñas, mi mujer me vaticino – ande vas con eso, ¡que no te va a gustar-.

Reconozco que pensé que eso de hablar de puntadas, hilvanes o dobladillos casi que me iba a costar engancharme. Desde las primeras letras sentí un torbellino, creo que no había noche que no alargara un poco más de la cuenta la lectura, porque hablar de preguerra, desde el submundo de los que sólo lo sufrían, es hablar de gente anónima, gente que al sufrir el día a día se le  añade un mundo enmarañado por disputas que los fue abocando hacia su propia autodestrucción.  Entre medias de este panorama aparece Sira, que bien por eso del santoral le pudo caer Gaudenia o Sabiniana.

Sira aparece, donde le corresponde, un barrio cualquiera, donde “un ambiente de ropa tendida, olor a lejía, voces de vecinas y gatos al sol”.

Aquella época donde, los sin posibles, una vez aprendidas las cuatro reglas comenzabas de aprendiza. Inicio de puntadas, bajos, esperar el amor, los hijo y que todo siga. Sin embargo serán las decisiones las que inexorablemente le vayan marcando su destino. “Atrás deje para siempre mi barrio, mi gente, mi pequeño mundo”.

A partir de dejar aparcada aquella Olivetti, comienza una trepidante secuencia de capítulos que le llevarán a Tánger, Tetuán, Madrid, Lisboa. Saltando de rica a pobre, de una esperanzadora vida de futuro a tener que hacer “el esfuerzo inmenso que a diario aún tenía que hacer para superar poco a poco mi tristeza”.

El tiempo entre costuras, su protagonista es una mujer, desde ahí que tenga unas connotaciones de lucha desde la inferioridad y desde la dificultad, surgiendo esa estirpe de mujer valiente y luchadora, con capacidad de abrirse paso en la vida a pesar de las dificultades. Conseguir la máscara que esconde los sufrimientos, es lo que hace aparecer una Sira capaz de “ofrecerles lo que quieren: ostentación, lujo, frivolidad absoluta, como si el mundo fuera un salón de baile y no el sangriento campo de batalla en el que ellos mismo lo han convertido” y ella en ese escenario “tenía un cometido, un compromiso: un papel que sumir, una imagen que proyectar y una tarea de la que ocuparme”.

Parece ser, he oído algo de que se ha estrenado una serie, según ruidos con gran éxito y un Share de impresión, lo seguro es que la secuencia de imágenes irán dirigiendo al televidente donde el interés comercial lo tenga programado. Será fácil, no habrá que descubrirlo, irán ofreciéndolo en interesantes monodosis. Será sencillo, porque no habrá que escudriñar entre el inmenso bosque de las letras, para con ellas seguir fabricando  escenarios e hilantes historias que te sumergen en una fantasía de la realidad.


El  tiempo entre costuras  de María Dueñas nos acerca un poco más a la mujer de barrio, en un
escenario de revueltas y prebélico, pasando por una guerra civil y mundial, que se desenvuelve entre el mundo de la pobreza y el placer, los lujos y el exotismo africano, donde aparecen personajes como el cuñadísimo o el coronel Beigbeger. Mezcla de ficción y realidad hace que sea una novela que merece la pena perderse en sus 640 páginas, porque de ella quizás algún día veas un estreno de Casablanca. Mientras tanto dejo un retazo “Por primera vez en mucho tiempo, tal vez por primera vez en toda mi vida, me sentía orgullosa de mi misma. Orgullosa de mis capacidades y de mi resistencia, de haber superado airosamente las expectativas que sobre mí existían. Orgullosa al saberme capaz de aportar un grano de arena para hacer de aquel mundo de locos un sitio mejor. Orgullosa de la mujer que había llegado a ser.”

jueves, 24 de octubre de 2013

Cumpleaños


Existe un cumpleaños por antonomasia, al menos que la mayoría de las culturas de este mundo mundial  celebran, que es la llegada del año nuevo en el día de San Silvestre. Este año que va llegando a su fin, con un acabado 13, alguna dura mella personal ha dejado. Pero quiero hablar de cumpleaños-celebración para seguir sumando. Celebramos nuestro nacimiento, el día que nos conocimos, el que nos casamos o aquel que dio un giro a nuestras vidas. Vamos que entre el inicio y el fin de un año natural nuestras vidas se ven envueltos en un sinfín de celebraciones.

El pasado 20 de octubre, como el que no quiere la cosa, y casi sin mirar mucho para atrás, de temprana mañana pusimos rumbo a Baños de la Encina (Jaén). Esta vez más seguro, al menos de mi interior afloraba la pequeña seguridad que da el cumplir años y con ello el saber el terreno por el que iba a pisar.

Siempre que uno cumple años o celebra el aniversario de algo, quiera uno o no, surgen recuerdos, anécdotas, situaciones y un largo etc. que te llevan a la reflexión. En este caso, presumo de recibir vibraciones muy positiva, a pesar de suponer un radical giro de un fiel corredor urbano popular que lleva acumulado más de  6 lustros corriendo entre asfalto.

Se hace difícil reiniciarse en el correr, cuando por circunstancias te ves una larga temporada en el dique seco. Muchos son los miedos cuando recomienzas y el cuerpo vuelve a llenarse de positivas vibraciones que te quieren lanzar a más, aunque, el paso del tiempo, ha activado y las circunstancias mantienen encendido el piloto de la sensatez conservadora que te dice para que más, reforzado bajo el miedo silencioso que te retrae. Entre dudas, interiores angustias o cómodas excusas un día pruebas y sintiéndote aquel lejano mozalbete que en el sigilo del que nadie te ve: Se acerca, para, mira, se aproxima, espera y rápido cruza a la otra calle -la prohibida- y descubre un mundo, con sus riesgos, pero que abre una nueva dimensión, así hace un año cruce aquella extraña barrera.

Este pasado 20 de octubre, participe en la II Carrera por Montaña “X Tierras Bañuscas”, con ello, cumplía mi primer año en las carreras de montaña, abriendo una nueva dimensión en mi forma de practicar el correr.
Baños de la Encina es una bonita localidad dentro de Sierra Morena, junto a sus pies se encuentra el embalse de Rumblar, esta localidad cuenta con una serie de ruta por senderos que a buen seguro a nadie les deja indiferentes (por allí pululaban grupo de senderearas con bastón en mano) pero para el grupo de atletas laguneros (se incluyen familiares)  lo que allí los llevó fue el buen recuerdo del año pasado y el magnífico itinerario de montaña que tienen diseñado para todo aquel que se quiera iniciar en este “temerario” mundo de correr por la montaña.

El asfalto, durante el recorrido, sólo lo pisas a la salida y entrada del pueblo, el resto esta trazado por algo de caminos y en su mayoría sendas, alguna de ellas te llevan circunvalando el pantano. También existe un intercambio de bajadas técnicas con subidas que te dejan sin resuello, hasta arrastrar el alma por los suelos, donde algunas veces los dientes son el complemento ideal a las manos. Entre zancada y zancada se te ofrecen panorámicas que, a veces, se confunden con un trontón recuperador donde pausadamente te acerca la siguiente baja técnica con su consiguiente vertical subida. El recorrido no tiene pierde, unas excelentes indicaciones te van guiando, en caso de duda, la organización cuenta con personal que se multiplica para andar siempre dispuesto a indicarte y animarte.

Creo que lo que mejor define este recorrido es lo que personal de organización te lanzan en grito -Sí disfrutas… ¡ganas!-.

Por estar por Sierra Morena empleare la expresión: “Tirarte al monte”, siempre ha tenido unas connotaciones negativas, sobre todo ante una sociedad  estructurada bajo batuta dominante; pero es cierto que cuando uno indaga en realidades pasadas, circunstancias y motivos que lanzaron a surcar los montes, llegas a encontrar cierto romanticismo  a tal expresión.

Cuando entre los pies cruje la hojarasca, cuando el sonido amortiguado de la tierra húmeda se mezcla con el trompicón de un pedrusco camuflado y entre sufridas zancadas cruzas sombras de encinas que se abren ante vistas de valles y montes que sólo se rompe por  el placentero jadeo agotador del que corriendo se acaba de echar al monte para dejar que todos los pulmones se hinchen de aquel profundo olor de momentos únicos y diferentes, alegrándote inmensamente de haberte echado al monte y cumplir el primer aniversario de estar escondido en plena naturaleza.

Recordando a Heráclito, en su Teoría de los contrarios, sólo diré que es certeza al celebrar con optimismo mi primer aniversario de carreras por montaña -porque puedo- y entiendo que, al mismo tiempo, se abre la incertidumbre de que en algún momento se iniciará el contrario, que es el no poder, esta es la compleja realidad del Yin y el Yang.

II Carrera por Montaña "XTierras Bañuscas" (Baños de la Encina)
   -Sí disfrutas... ¡ganas!-                          

jueves, 17 de octubre de 2013

Utreia

“Verás la maravilla del Camino
camino de soñada Compostela.
¡Oh lirio y oro! Peregrino
en un llano entre copos de candela”.
Antonio Machado
Ando días dándole vueltas, me surgen ideas y enfoques que saltan deslavazadamente, donde y desde un contenido de emociones amplias y sorprendentes que no me dejan enderezar un único camino, de los muchos que abrió la fascinante experiencia que supuso llevar a cabo CXC=S. Por ello asumo el riesgo y desde un afán de síntesis trasladare la experiencia que  “los locos viejos” que corren, así algún peregrino nos llamo y cariñosamente nos transmitía fuerza y ánimo.

El temor que embargaba este proyecto estaba en nuestra capacidad de resistir un día tras otros la suma de kilómetros corriendo, dejando como posibilidad residual la experiencia que nos podía ir envolviendo este ancestral Camino de Santiago. Sin embargo, después de andar con mochila en ristre desde el Puerto de Piedrafita hacia el punto de inicio, todo empezó a cambiar. Impresionante fue el ambiente que en la tarde del día 4 bullía en O´Cebreiro, y sería al día siguiente y casi en los primeros kilómetros, cuando nuestros miedos quedaron disipados: Correr una etapa tras otra no iba ser ningún tipo de reto, porque el Camino por sí, añadía los ingredientes necesarios  que cualquier avezado corredor necesita para hacerlo sin mayor esfuerzo, quedando convertidos los 170 kilómetros de las siete etapas hasta llegar a Santiago de Compostela en mera anécdota.

Lo que marca es hacer el Camino, ver que cada metro que andas o corres en el Camino te va engullendo, que la individualidad de cada persona va transformándose en una gran familia de peregrinos que van creando el Camino y descubriendo sus arcanos.

Me podía parar en aquel primer encuentro con la pareja de americanos. Él, fuerte, robusto, con aire de gigante (que por su indumentaria lo ubicamos en Escocia) y, que como muchos otros, nos vimos etapa tras etapas. Sorprendentemente, este norteamericano, a lo largo de cada una de las etapas, siguió y siguió creciendo.

Fueron suecos, italianos, franceses, irlandeses, japoneses,…aquel grupo de jóvenes norteamericanos comandados por frailes, que junto con el goteo incesante de los que de cualquier región, comarca y pueblo de España hacían que el Camino fuera creciendo y haciendo visibles sus misterios.
Nuestro vocerío y sus ánimos se mezclaban, mientras los kilómetros se iban asentando en los músculos, incluso cuando en ese incesante subir, donde la siguiente curva parecía el fin de la subida y sólo era el seguir subiendo hasta la siguiente, en esos duros momentos siempre había alguna palabra de empuje que nos dejaba expedito cualquier obstáculo.

Cada mañana, frente a una mesa con un sabroso desayuno, despejábamos el cuerpo, para poco a poco ir aclimatándolo a los kilómetros que la etapa nos deparaba. Unas veces sus inicios nos sorprendían con una inclinada subida otras nos daban cierta tregua que favorecía un calentamiento progresivo de los músculos, pero lo que siempre fuimos encontrando fue el calor , las fuerzas y alegría de los peregrinos, que por aquel ir andando, iniciaban  la jornada en horas tempranas. Las comidas y los atardeceres se transformaban en un bullir de intercambios pausados, donde las palabras nos acercaban, nos hacían reír y conocernos.

El proyecto CXC=S creció  bajo un entreno que debía afrontar las duras jornadas kilométricas, fue tomando forma en la incorporación de novedades tecnológicas, posibilitando acercar esta experiencia de manera casi instantánea, durante los días de peregrinaje se fotografió y grabo (aquí se deja constancia de todo ello) y con esto que aquí queda reflejado,  se pretende inmortalizar los momentos y aquellas gentes que haciendo el Camino allí nos encontramos, porque esos encuentro han sido los que han hecho grande el proyecto CXC=S.

Hoy, estoy convencido de que el Camino cada día, cada año va creciendo y sólo aquel que sigilosamente -aunque sea a voz en grito- se adentra en Él y lo camina descubre los arcanos que esconde en sus entrañas, porque los misterios van haciéndose visible en su caminar y… misteriosamente te van atrayendo.
 ¡Buen Camino!

martes, 8 de octubre de 2013

Urdetana

Unas vacaciones cogidas con cierto retraso han llegado a su fin. Quizás porque una parte estaba programada y otra simplemente porque la vida es así; al final, el todo junto ha formado un intenso periodo de asueto. Por muchas razones de lógica social no entrare en la traumatización postvacacional con alteración de biorritmos y decaída melancólico depresiva ante el atasco del esfuerzo a lo rutinario.

Hoy por respeto a los que de manera frontal y sin miramiento les está golpeando esta enmarañada crisis no entrare en ese síndrome, fomentado simplemente por una vida acomodoficticia-hiperegocéntrica, sin embargo valiéndome de lo que la vida me ha demostrado diré - que no hay mejor noticia que nos pueda acontecer que dejarnos embeber por la rutina: Mismas caras, mismas prisas, mismo ritmos, mismas esperanzas,.. con inmediatos futuro de  pequeñas metas que nos hace decirnos aquí todavía seguimos, porque otros sin querer cambiar rutinas simplemente han dejado de tenerla (algunos para siempre)-.

Bajo el axioma “la vida sigue” y con el aire trotón adquirido durante los días varaniegos de entreno y trabajo. Más allá de lo previsto, decido asumir un reto: Ir corriendo desde mi pueblo (Villafranca de los Caballeros) hasta la localidad de Urda  (Santísimo Cristo de la Vera-Cruz de Urda).

Como siempre, y dado mi mente poco creativa, este reto nunca habría salido de mí, aparte de estar fuera de mi lógica de entreno y por el correr que hoy en día llevo a cabo. Pero también es cierto que llevo un año intenso que, gratamente arrastrado por la hiper-energía y entusiasmo que otro desborda en este apasiónate mundo del correr vinculado con la naturaleza, me ha posibilitado tener marcadas experiencias que agradezco.

Siendo las 8,30 horas del día 6 de octubre del año de Jubilar del Cristo de Urda (Siempre es año Jubilar, cuando la fecha de celebración, 29 septiembre, cae en domingo. Siendo ese año proclamado de fecha a fecha Jubilar). La experiencia de hace una decena días (CXC=S), me había ayudado a sujetar los nervios y como veterano de experiencias correderas, cuerpo y mente puntualmente estaba en el perímetro de Pozo Palacios, lugar elegido para la salida.

Mientras ambos y solitarios corredores (Bienve y Julián) andábamos ajustando zapatillas, pantalones, camisetas y mochilas, un “insufle de aire y ganas” iba llenado nuestros cuerpos. Sigilosamente, parte del equipo del tiocazuela.com (domingo y Julio), se apremiaban en desplegar los instrumentos fotograbadores y estrategia de encuadres; este equipo, dispuesto al quite de reflejar momentos, para nuestra gratitud y satisfacción, estaba dispuesto a inmortalizar esta nuestra aventura.

Mientras el gpese se adaptaba y el despliegue se ubicaba, comenzábamos con un altanero ritmo al trotón, a la espera de un indulgente camino que nos condujera sin tropiezos hasta revestirnos en acto de  urdetana.
Mañana de inicios frescos, aunque con evidentes síntomas de esconder un Sol vigoroso, agazapado en su horizonte. El ritmo de inicio vivo, fueron sumando pasos kilométricos, convirtiendo el vecino Camuñas en pueblo invisible.

El bit del gpese anunciaba alegría en la zancada y el rebrillo solar quedaba desdibujado sobre rincones de cepas con cuadrillas en vendimias. Mientras nuestras vistas se inundaban de llanuras, porque por caminos de llanuras llevábamos nuestras zancadas. En la inmensidad de los infinitos horizontes,  entre tierra de vid y olivos, nos acercábamos a Madridejos. Son momentos de contemplar, disfrutar, hablar y reponer líquidos y sólidos. Serán las calles, casi mudas, de Madridejos las que nos marquen el fin de un primer tramo, de tres largos desiguales. Este primer tramo, de ritmo vivo y con mente eufórica, que nos va lanzando en animada carrera urdetana.

Antes de entrar en el tramo medio de transición o asimilación de lo hecho,  y con la espera de seguir en la acumulación de kilómetros  que nos fueran acercando hacia Urda,  nos espera casi un programado encuentro, donde otros andantes caminates cheleros/as aprovechando la madruga van en continuo peregrinar hacia Urda. Voces, saludos, risas, fotos con fotógrafos. Alegría y ánimo que nos invita a todos a celebrar juntos  este trontón y caminar.

Llegar a Consuegra, cuando en su fondo y alto destaca un Medievo castillo escoltado por esbeltos molinos, convertidos en  gigantes vigilantes, es todo un lujo. Estamos en el fin del tramo de transición. Donde, bajo el paso firme, evalúas el ánimo, los músculos, la mente y el esfuerzo con una simple operación matemática de suma y resta, nos dice que la pereza llega hasta aquí.

Barritas de chocolate, avellanas, gel, glucosas, fruta en papilla y un morral de agua, que nos convierten en camellones corremovientes para afrontar la que se nos avecina.

El Sol en su particular ángulo otoñal, muestra  con orgullo sus fuerzas, asentando duros rayos sobre la tierra, la viña y los lomos de quien por estos rodales anda. Crujido de lumbares doloridos que se remueven entre pámpanas, donde se levantan espuertas de uvas, expulsando sonoros gritos, que parecen querer decir  -¡¡Ande!!... ¡¡vais!!, ¡¡Dejarlo, ya!!-

Entrando en el Camino Jubilar, donde la piedra se desgrana, el sol lanza sin miramientos sus rayos de sofoco, ante unas piernas de músculos doloridos que van siguiendo la ruta señalada. Sorbos de agua que brota de la mochila que portan las espaldas, refrescan con ansias el interminable tramo agotador que en amortiguador refreno endurece el casi fin del camino. Duro y difícil, tortuorio y pesado. Penitente camino de unos kilómetros que parecen querer bloquear la  mente.

Una voz irracional niega el bocado dulzón del racimo de uvas. La mente se adormece. Busco el sorbo de agua que sofoque mi resuello, quiero seguir y no parar. La cabeza parece engullir el calor para crecer, crecer y pesar hasta abombarse. Al fondo la torre, en singular punto de mira entre montículos escurridizos, crea un agobiante juego de espejismo que, en descontrolada angustia de cada pesada zancada, parece crecer en una mayor lejania. Está ahí, sólo es llegar, avanzar, continuar. Calor penetrante, mirada de infinito. Mente embotada que cierne su bloqueo.

-Toma come-, Bienve me acerca unos higos, me insiste. Apenas quito la piel para lograrlos succionar. Me acerca un envoltorio de gel, -tómalo que esto es bueno-. Lo chupo, trago y bebo agua. Pasos donde la mente comienza abrirse, despejando el casi inminente colapso. La meta está ahí. Aparecen las primeras casas y las primeras calles que dejan que con sufrido trontón se avance hacia una figura, antes larga e infinita, ahora cerca y alcanzable.

Año Jubilar en el Cristo de Urda, donde voluntarios y personal de organización ofrecen un excelente servicio muy de agradecer: duchas, primeros auxilios, refrescos y sobre todo una sonriente disposición, que hace, si cabe más agradable la llegada al lugar.

6,30 horas del día 6 de octubre del año de Jubilar del Cristo de Urda un grupo de cheleros/as parte en camino andante hacia Urda.

14,00 horas del día 6 de octubre del año jubilar del Cristo de Urda, con el dolor justo que hace disfrutar con alegría. Sonrisas y comentarios reverberan bajo unas “gordas” grandes y fresquitas de todos los allí presentes y participantes.

Fotos por los caminos de La Mancha (De Villafranca de los Caballeros a Urda):
https://plus.google.com/photos/112953825011689869698/albums/5931665736724293505?authkey=CIW0z4O5geGe7gE

miércoles, 2 de octubre de 2013

Expatriaos


Tengo un recuerdo muy vago de aquellos tiempos en los que en una España de menos colorido, donde la austeridad y lo justo para vivir y sobrevivir parecía estar asentado en la generalidad de hogares. Aquellos tiempos donde muchas de las familias, sobretodo el cabeza de familia emigraba para hacer “las alemanias”.

Aquellos tiempos, ya pasados, guardan, todavía hoy, un oculto nudo en mi estomago. Esa sensación de ver como amigos y gente de mi alrededor tenían a sus padres lejos muy lejos, y siempre bajo la tensa espera de que algún día volverán. Hoy aun permanece en mí la extraña sombra de, en aquella niñez, haber soñado o quizás haber escuchado, en ajenas conversaciones, que esa posibilidad se podía haber también asentado en mi familia.

Pasaron los años, y casi por el arte de” birlibirloque”,  nos encontramos en un país de grandes cambios y transformaciones, donde se presumía que el emigrante podía regresar a una Nación prospera y de futuro. Unos aprovechando oportunidades, otros subiéndose a la cresta de la ola y otros madurando sobre profesiones con mayor o menor suerte elegida, pero al fin y al cabo todos pensando que  la calidad de comodidades y vida sólo auguraba un mejor futuro, donde el pasado sólo quedaba en pasado.

Haciendo un paréntesis, antes de dar el salto de aquellos emigrantes a los actuales expatriados,  para remarcar que esta es la primera entrada en mi blogger personal: Alma de Corredor, y es mi deseo dedicársela a los EXPATRIADOS que hoy están forzosamente repartidos por cualquier lugar del mapamundi, menos  en ese pequeño punto que los pario: España.

Sí en aquellos años 60, donde la emigración de tantos españoles supuso un importante aporte de divisas al territorio español, para asentar las bases de una futura España de crecimiento. Aquel esfuerzo junto con otros, todos ellos de personas normales y corrientes, hoy  lo hemos lapidado. No hemos sabido, aprender de aquel esfuerzo para que hoy los nuestros: Padres o hijos, obtengan el sustento en la España que los vio parir.

No entiendo de datos macroeconómicos, al ser de tierra llana como La Mancha. No sé lo que significa “ver la luz al final del túnel”, sólo sé que al atardecer puedes ver  unos impresionantes juegos de luces en las Lagunas de mi pueblo, Villafranca de los Caballeros, que te dan esperanza. Sin ánimo de extenderme en esto decir, que los jóvenes, que la inmensa mayoría de nosotros nos hemos sacrificado para (algo matenemos de aquellos mayores), seguir insistiendo en lo que a mosotros nos insistieron: “estudia y prepárate para el día de mañana”. Hoy presumimos de poder aportar una juventud “muy bien preparada, altamente cualificada y con inmensas ganas de rentabilizar sus conocimientos”, pero para nada esos jóvenes, que también conocen el valor del sacrificio, se lanzan al extranjero por impulso aventurero, sí que es un sinsentido de aventura el esfuerzo que han de hacer para obtener lo que aquí, en la Tierra que los pario, se les niega; convirtiéndoles en expatriaos.

El sonido del wasap, la imagen del skype y un sinfín de tecnologías, hoy nos aferran a los miedos de la distancia, incluso parecen querer ocultar las sombras de temores que marcan las ausencias, pero es cierto, que con la llegada del silencio de la noche y su hueco susurrante, bajo un juego de sombrar sólo se logra sentir el abrazo frio del último mensaje y la esperanza petrificada de su última imagen con la esperanza de que con la primera luz de la mañana nos diga que esta Tierra que los ha pario algún día sienta vergüenza de la frivolidad con la que ha tratado su duro pasado.

Triste frivolidad que está escribiendo para la historia la vergüenza de formar expatriados, por negarles un futuro la tierra que los vio parir.
JMR