martes, 25 de julio de 2017

República Dominicana

He tenido la oportunidad de vivir allende los mares una intensa experiencia. En aquel lugar donde Colón, en su primer viaje, bautizo como la Española. Desde aquella época
hasta hoy en día existen mil y un hecho que han ido constituyendo una historia; pero lo que es cierto que al cruzar el inmenso mar llegas a un lugar donde a España  le llaman la Madre Patria, pues sxisten muchos elementos que enraízan con nuestra tierra; sirva como ejemplo que la Patrona que da amparo al pueblo dominicano es Nuestra Señora de la Altagracia, imagen y devoción traída desde Extremadura.


Correr entre las calles de Santo Domingo, sortear el caótico caos de tráfico y poder vivir la vida desde dentro ha sido el intensificador de esta experiencia. He disfrutado de mi correría dentro del parque Sur Mirador (espacio que de 16,00 a 21,00 horas estaba libre de circulación, momento que está sometido a un intenso despliegue de seguridad). Aquí en su gran avenida y sus aledaños de zonas verdes se “lodaban” de toda clase de deportistas, paseadores y bailaores, haciendo las tardes animadas y tremendamente bulliciosas con un marcado carácter deportivo al aire libre; donde a pesar de su frondosidad no se sustraía a la tremenda humedad ambiental obligándome a un ritmo al trantan. Eso sí, sin entrar en más, siempre siguiendo el consejo “antes de que se haga de noche acaba tu actividad deportiva”,
Pero introducirme en esta sociedad de estrecha relación con España ha sido una oportunidad única que me ha enriquecido; sin olvidar las gratificantes conversaciones con puntos de vista sobre su historia y unión con España, sus ganas de salir del complicado tercer mundo o recordar los desayunos con la extraña pasta de plátano llamado “mangü” acompañado de avena o los diferentes arroces del mediodía que era regado con un pequeño pote de algo parecido a la habichuelas, éstas comidas base del pueblo dominicano, que no por ello dejo de ser un esfuerzo para este manchego de pan y queso.
El dominicano simplifica las palabras, las une y las reduce, incluso suprime el lenguaje por gestos, de ello bien me lo demostraron. Leguaje y gestos dan vida a una caótica ciudad,  donde un panorama de vehículos y motores crean su propio paisaje, alejado de los modernos y aislados resort.
Beber del coco magistralmente macheteado, saborear la diversidad de fruta esparcida en tenderetes de calle, degustar los chicharones y asados de pollo y cerdo a pie de calle, todo ello regado con el símbolo del devenir diaria de esta Nación: Cerveza Presidente de excelente frescura e inigualable sabor de tierra Caribeña, todo ello y mucho más me introdujeron en el arrítmico bombeo del corazón de la calle de ricos y pobres.
Pero allí, en Santo Domingo, encontré el alma que sustenta una forma de vida de toda una nación: El Colmado, algo cercano a la tienda de barrio (claro, que me acorde de la tienda de la Antonia, alma de mi barrio de mi niñez), pero con una significativa diferencia.
Entre la música y la diversidad de colores y formas que inundan el habitáculo, miro al colmadero y levanto una mano hacia arriba y otra hacia abajo en vertical. El comadero me sirve una “jumbo”, yo le doy 140 pesos. Comienza el rito donde sentados sobre
unas sillas y una pequeña mesa departimos conversación, rodeados de otros conversadores cuando no la palabrería esta amortiguada por  ambientada música (casi siempre bachata) que se esparce desde el interior hasta un marcado perímetro exterior de zona pública; mientras todo esto ocurre, nuestras manos degustan una impresionante Presidente, de sabor justo, de enfriamiento extraordinario y bajo un tamaño de compartir en un lugar donde todo se vende, porque de todo tienen y a todos llegan, así me decían – solo tienen para una cuartilla de arroz y una libretilla de aceite
, que es la comida de hoy, el Colmado se lo vende -, sigue diciéndome – Otras veces, le dice al colmadero dame esto y ábreme la cuenta -. El comadero escucha, habla conoce, sabe. El colmadero es el activado psicológico, su variabilidad de artículos en su diversidad de tamaños mantiene la vida del barrio y es la cerveza Presidente la que  hará que el problema de hoy se resolverá mañana, convirtiendo el colmado en el alma que mueve a toda una sociedad.

Corro tranquilamente regado por una espesa humedad, mientras disfruto en un país lejano, situado allende los mares, pero en un lugar donde los lugareños cuando dicen “Madre Patria” están diciendo España.

Pincha sobre la imagen de abajo y obtendrás una visión gráfica de los de allí:


Pincha sobre la foto de abajo he irás al track del recorrido:

Dedicado a Francis:


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