Andábale pensando en cómo acomodar un nombre que contuviera
la fuerza de adentrarse en pedregales, extrajera la
extrañeza al exprimir la nieve en cada pisada y mostrará la inmensidad de
estar en la montaña, porque todo ello en cambiante mezcla genera un estadio idílico que nos emboba en exclamaciones de intrusos sorprendidos ante el poder de la
montaña, sea ésta alta o más baja, de muy alta o de muy media montaña, da
igual, porque en ese momento sólo en tu cuerpo hinches las mejores sensaciones.
Los tonos, los valles, las nubes hacia arriba o allá abajo,
los riscos, los mil sonidos del viento y del agua, es tal su fuerza que los
sentidos se dispersan y vuelan en afán de acariciar cada rincón de la montaña.
Para llegar a disfrutar del espectáculo de la montaña, se
hace necesario ser conocedor, entender mínimas técnicas y, aun así, guardar el
respeto a la montaña o dar como en mi caso con un grupo montañeroso. Grupo que
es capaz de llevar al Jefe, “emBELIsado” en planos y gpese, para que los indios
en disciplina anarquía, miren picos, riscos y
cortados para buscar otros
camino.
Posando el grupo de montañerosos |
Me he permitido adjetivar al montañero, para sufijar con la
fuerza y la actividad que da –oso, porque quizás con ello logre recoger todo lo
grande que se hace un grupo como el que cumbreo el pasado 25 de abril el pico
del Morezón en la Sierra de Gredos, y por suerte con ellos montañee y me
contagie del alboroto de la montaña.
Por un momento estos montañerosos fueron actores y
espectadores de una naturaleza generosa y espectacular, que simplemente nos
lleno de plenitud, en donde el Morezón fue la punta de una espectacular jornada
Los montañerosos que cumbrearon con garra y descendieron en
jolgorio el pico de Morezón en la Sierra de Gredos comandados por el incansable
y Beli fueron: Miguel, Bienve, Julián, Fausto, Juan, Sergio,
Raúl, Silve, Isa y Carolina
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